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domingo, 13 de marzo de 2011

Dices que si escribieses acerca de mis ojos tendrías un libro entero; un libro entero es el alma que se intuye tras los tuyos, tienes ojos de cachorrito, y mirarlos es verte. No importaría cuanta fachada pretendieses aparentar.
Trazar la topografía de tu rostro con un dedo en la penumbra de una habitación a oscuras y observar la sombra que delimita perfectamente tu clavícula, y tu cuello, blanco inmaculado. Me gusta hacerte cosquillitas en el cuello y ver como te estiras para facilitármelo, me gusta recorrer la línea de tu mandíbula y notar tu respiración a mi lado.
Me gusta abrazarte, me gusta sentir tu olor impregnando la habitación y mis sábanas, pero lo que más me gusta es no tener que mirar el reloj, las horas por delante eran nuestras y sólo nuestras, y bien invertidas que están en notar tu piel contra la mía y mirarnos en cíclope.
Nuestra primera noche juntas no ha sido planeada ni ideal, pero como en todo, el azar dispone, y eso la ha hecho aún más especial.

Te quiero.

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