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jueves, 20 de octubre de 2011

15 de Octubre.

Los muros tiemblan con el tronar de cientos de voces coreando un desencanto, un ideal probadamente ineficaz, una ira contenida.
Cientos de manos golpean al son de éste las vallas que rodean la esquina de la calle Alcalá con la Plaza del Sol, el estruendo de las consignas del desencanto es atronador.
Las vallas se tambalean, es la fuerza de la masa. Y también su amenaza.
Cientos de miles de almas abarrotan hasta donde la vista alcanza, y otros miles invisibles en las calles aledañas.
Todos bajo un mismo son: "¡¡¡Queremos R-Evolución!!!".
Un 1% es un ínfimo porcentaje, tenemos 99 para daros hasta hartarse...

Echemos cabeza al asunto y cambiaremos el mundo.


Temednos, esperadnos. Somos, más que un sueño, vuestra peor pesadilla.

lunes, 17 de octubre de 2011

Cenas ajenas.

Decenas de ventanas iluminadas relumbran en la noche, aquí y allá se observan los rayos de luz azul de las modernísimas televisiones de plasma que presiden los comedores y cocinas.
Sólo prestan atención a la 'caja tonta', que es lo único que les une junto al plato en la mesa. Presiden los comedores y salones, y el silencio flota como una niebla gris en el ambiente.
¿Cómo descifrar el morse de sus televisiones?, ¿cómo saber que interpretan?, ¿cómo romper su 'intimidad' que no es sino incomunicación?...
De repente una niña se gira, sale de ese mundo de color y luz por un momento y reluce un efímero instante antes de ser atrapada de nuevo en sus redes plásmicas y marchitarse.

Brilla el morse en medio de la niebla gris.

jueves, 6 de octubre de 2011

Le mira sonriente a sus enormes e inocentes ojos marrones, y ve la travesura y ternura transformarse en lujuria en su interior. Todo su amor y cariño tornan en un ansia de fundirse con ella, de sentirse uno solo por un rato, rato en el que olvidarán que son almas separadas.

Se besan con ardor y dulzura y, mientras, sus ropas empiezan a vestir el suelo de la habitación, abandonadas a su suerte hasta que sean recogidas (o no). Pero no sólo la ropa, también visten el suelo sus dudas, sus inseguridades, sus miedos, su estrés, sus horarios, sus obligaciones... Hasta que quedan frente a frente de verdad, sin manto ni máscara que les cubra; tan solo ellas.
 Tan candorosas como la piel que recubre sus ardientes entrañas.

En ese rato serán dos personas 'al descubierto', que se entregarán la una a la otra en pureza de alma y pura vulnerabilidad.
                               
                                 Simple encarnación de un sentimiento.



                               Sentimiento que tiene alma y cuerpo que aman.