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domingo, 11 de diciembre de 2011

Se levanta, es hora de tomar una ducha. No hay resaca, pero se notan las horas sin dormir. La aglomeración de gente le hizo sentir sucia, y si no la tomó en la madrugada fue por lo intempestivo de la hora.
Sale de la ducha, se siente limpia y renovada. Y se mira en el espejo. Su no-reflejo le devuelve la mirada seria y profunda, y se pregunta dónde quedó su verdadera mirada, si quedará alguien capaz de descubrir en sus pupilas lo que su lengua no cuenta. Si alguien percibirá su perpetua batalla interna y su sufrimiento. Su soledad y el peso.
O si se marchitará discretamente (como toda ella) para no causar dolor y dejará de intentar ser feliz a cada momento.
Su autoescrutinio dura algo menos de un minuto, rompe el contacto visual y se escurre el pelo mientras su 'yo' le mira serenamente desde el espejo. ¿Cómo aguantarse una vida si no se aguanta un minuto?
Es cegado por una toalla húmeda que cae encima.


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